2 de septiembre de 2009

Crónicas de Charlie III

Sonrisas

No corras... aun así te podemos atrapar. Tu peor pesadilla está al asecho, sabes que te estoy siguiendo. Pobre ingenuo. Todos te estamos esperando, estamos aquí, junto a ti ¿No nos ves? Estoy a tu lado… No, al otro lado. Sí, ahí. ¿Estás asustado, cierto? La mayoría lo está, yo lo estuviera ¡Oh espera! Yo ya pasé por esto. ¡Ja! No, no debes inquietarte… será rápido… sin dolor… te lo prometo.Cierra los ojos, cuenta hasta diez… Uno, dos, tres…… diez. Sonríe, y recuerda, hoy es martes trece.

—Eres el beta más grande del planeta, Charlie: ¡Era Carolina la que estaba ahí parada, mama…!

No veo la necesidad de procesar esa palabra. En realidad, no veo la necesidad de procesar absolutamente nada de lo que este “amigo” diga, no estoy de humor para ello. Soy Charlie, Charlie Brown y Jason es un idiota al que solo le oigo decir: Blah blah blah…

Me hubiera quedado en mi casa, todo era mejor que venir aquí, hasta cuidar a mi hermana y perder cinco horas de mi aburrida vida oyendo peroratas de quinceañeras con sobredosis de hormonas, al menos ellas sí me ignoran y me dejan en paz. Aquí por el contrario soy inmune a toda humillación, alias Jason. Sí, aquella que me miraba junto a la enorme roca en los jardines de la universidad era Carolina, rubia, alta, un poco más que yo, creo, y bastante atractiva. Por desgracia mi felicidad murió en el instante en que apareció Martín junto a Patricia, mi ex novia.
Estoy seguro que el horóscopo de esta mañana decía claramente: Acuario, no salgas de tu casa, está propenso este día a recibir mala suerte a grandes cantidades, una linda chica te barrerá con su mirada de odio, otra te lastimará el ego, un súper idiota hará tu vida más miserable, y por si aun no has caído desangrado, tu mejor amigo te dará la deprimente noticia de que te han raspado en el parcial de cálculo, por segunda vez en el semestre.


Decidido, voy y me lanzo del metro, después de todo hoy es el día de la mala suerte. Típico de un martes trece.

—Me voy, creo que me están llamando, ¡oh espera! No es nada, solo es mi desgracia gritándome. Adiós.
—Eres el tipo más melodramático de toda la universidad. —¿Melodramático? ¿No es una palabra muy rebuscada para Jason? Estoy seguro que ni sabe lo que significa.
—Relax, panita, Carolina no te iba a hacer mucho caso al final, no después de ver a Patricia recordarte la patada en las bo... —Bien, suficiente, ¿alguien tiene un revolver?, creo que voy a acabar con este sufrimiento.

Sin embargo, aun estoy impresionado, volver a ver a Patricia de nuevo luego de dramón del sábado cuando me atrapó confesando algo, de lo cual estoy seguro que le molestó como para terminar conmigo, y no importaba lo prendido que ya me encontraba, solo fue una sucia trampa en la que caí directo. Ahora fui inocente, pensé que había dejado bien claro su odio hacia mí, y a algunas otras partes de mi anatomía; aun me cuesta sentarme, por cierto. Pero vino en “son de paz”, así que solo recibí un par de insultos, acompañados de miradas de odio y una caja llena de cosas que desde hacía ocho meses no veía. Creo que la única felicidad que puedo conseguir de todo esto es que tengo de vuelta mi querido CD de Bonjovi junto con el de Maroon Five, sin contar la camisa de: “Mi novio fue a Inglaterra y solo me trajo este fea camiseta”.

Creo que lo mejor es que me vaya a casa a ponerme de mal humor y siga el ejemplo suicida de mi hermana cuando se deprime: comer Oreo hasta vomitar. Quizás pase por la bodega de Pachito y recargue; desde que Samantha anda de malas es raro ver las galletas en la cocina, sin embargo, ahora, uno nunca sabe cuántas Oreos se necesitan para matar a una persona. Posiblemente sí muera de sobredosis de azúcar, hoy es martes 13, todo puede pasar.

—Voy buscar a alguien, nos vemos mañana.

Yo solo me eché a la grama bajo el sol, viendo que por un lado Jason se alejaba de nosotros, y por el otro, Patricia confabulaba contra mí con Carolina, su nueva mejor amiga. Pensándolo mejor, aquí me quedo, mi mamá ya anda furiosa por el fin de semana que me pase en la playa, donde tuvo que ir al hospital a buscarme luego de que me desmayara, debido a una “intoxicación”, o como el médico sutilmente dijo: Un mezcla excesiva de cervezas, ron y tequila. Casi le beso los zapatos por no nombrar el pequeño asunto de las otras “cosas” implicadas.Y ahora con este horrible 05 en cálculo, lo mejor será cavar un hoyo y enterrarme en él. ¿Qué más lindo lugar hay que en medio de los jardines de la facultad?

Dos horas después de haber salido derrotado de la universidad y haber ido a casa de Pedro, el compañero de clases de Martín, mi triste caja de recuerdos y yo fuimos arrastrados por su estrambótica persona hacia la parada de Metro buses en una zona solitaria y oscura de Montalbán. Ya se había hecho de noche, y ya tengo diez llamadas perdidas de mi madre, tres de mi padre, y dos de mi hermano. Los tres seguramente preguntándose dónde carajo estoy, también tengo un par de mensajes de texto mi hermana, preguntándome: por lo mismo. Y por último, uno de mi tía Amanda invitándome a comer el jueves. Ahora no estoy de humor para regaños ni parrilladas (mal pronunciadas, sobre todo si tu tía es de otro país), solo apagué el teléfono y seguí esperando a que el autobús llegara mientras Martín no dejaba de hablar de su fantástica y apasionante clase de Teoría-no-se-que-cosa y de la eminencia de el profesor Francisco-fulanito-no-me-acuerdo. A mi juicio parece un emocionado pincher que espera que le den una galleta, totalmente perturbador.


—…luego saltó a la putrefacción de la sociedad de hoy en día y…
—¡Te dije que te iba a esperar aquí, no allá imbécil! ¡Claro que ya no estoy en La Bandera! TE ESTABAS TARDANDO… —Fue inevitable que esa eufórica o enojada voz interrumpiera a Martín. Era una chica junto a nosotros, hablaba por su celular, y estaba enojada, muy enojada.
Era bastante bajita, bueno, no tanto, pero yo que soy bajo era alto para ella. Morena y menuda, su cabello estaba atado con palillos y graciosos mechones desordenados caían por su rostro. Estoy sorprendido, esa potente voz nunca la hubiera imaginado que la poseyera esa chica tan angelical y bonita. Me asusta y más con una maleta enorme que es capaz de dejar inconsciente a alguien con un golpe de ella.

—… Un taxi, me dejó algo cerca… ¡¿A dónde?! ¡¿Te lo fumaste en mal estado, estás loco?! NO, ya dije que no. Te espero… Sí… Sí… no. Mi tía no sabe que me dejaste plantada, ¡por supuesto que sí lo hiciste! Te dije a las 6, y llegaste 40 minutos tarde, tenía que irme. ¡Pues no es problema mío que te estés calando la cola de regreso, no es mi culpa que no hayas salido temprano! Sí, sí. Olvídalo, me voy solita a la casa, adiós…—Bien, nota mental: no hacer enfurecer a la chica, puede atentar contra la salud física. Avergonzada, guardó su teléfono mientras nos miraba nerviosa.
—Lo siento. —Bien, yo también estaría enojado si se hicieran las seis y estuviera en la bandera, eso se llama suicidio.
—Suele pasar… —Yo asentí dejando que Martín se encargara de todo. Miré a mí alrededor: estaba oscuro, vacío y no había ni un alma. Y claro, solo la luz de la luna llena, la de los faroles y la llama del encendedor Zipper (el que posee la fabulosa cara de Gene Simmons) con el que estaba jugando eran las únicas señales de iluminación de la calle, era como una gran cueva y nosotros solo estábamos alrededor de una linterna. —¿Cree en las leyendas del martes 13 y la luna llena?—¡OH NO! Y volvemos a empezar, esto me regresa en retrospectiva hasta hace un par de semanas, cuando a Martín y a Jason se les ocurrió darme el susto de mi vida, me fue inevitable no rolar los ojos hasta casi dejarme ciego —. Se cuenta que en estos días suelen aparecer espíritus que confunden a las personas hasta volverlas locas.
—Eso es…
—¡Totalmente interesante! A mí me encantan las historias de terror… —Fui callado, despachado e ignorado. Iba a decir lo tonto que era creer en ese tipo de idiotices, pero fue en vano mi intento, la chica había respondido al llamado extraño de la Selva insólita de Martín. La mayoría de las personas normales lo ignorarían; mejor dicho, la mayoría de las personas ignoran a Martín, pero esta chica era la primera que echaba a perder el plan. ¿No digo yo? Alguien lo bastante normal, como yo, siendo abordado de esa manera tan directa, mínimo le daría una patada kamikaze y saldría corriendo—. ¿No te gustan las historias de terror, los sucesos paranormales? —Volteé a ambos lados, buscando el receptor de esa pregunta y gritarle que era con él, hasta que un codazo en el hígado de parte de Martín me dijo que ese era yo. Parece que no estoy acostumbrado a que extraños me hablen tan… tan… ¿en confianza?
—No mucho. No en realidad, mi abuela siempre me contaba cosas como esa, hasta decía que yo tenía suerte para atraer espíritus, pero definitivamente no creo en los fantasmas. —Iba a decir que era estúpido, pero me guardé el comentario. De todos modos, ¡¿qué hago contando a desconocidos mi vida privada?!
—Bueno yo sí creo en ellos —Es obvio saber que Martín siente atracción por el tema. En todos estos años que llevo conociéndolo me ha quedado claro.
Dejé que ellos siguieran hablando y me quedé en silencio a observar el ambiente, bueno, miento, a observar a la chica. No creo en amor a primera vista, es demasiado bizarra y viciada la frase, usarla es una pérdida de tiempo y carece de originalidad, pero debo admitir que ella no esta tan mal.
—Buenas noches… —Salté de sorpresa cuando esa voz siniestra sonó justo detrás de mí. Era un hombre. Y por extraño que parezca, a mí también me sorprende, estaba usando un sombrero, un sombrero de gánster, ¡como en El Padrino!

—Buenas noches…—Otro salto involuntario. Esta vez junto a la chica se detuvo una mujer, también tenía porte siniestro, pero más que siniestro era uno cansado y enfermo. Lo único que ambos extraños tenían en común era que estaban pálidos y parecían unos espectros. Me daban bastante mala espina, así que me acerqué en silencio a la chica hasta que estuvo en medio de nosotros dos.

Estuvimos por largo rato en silencio, yo no me atrevía a decir nada, y deduzco que Martín y la chica tampoco, el ambiente estaba tenso con esos dos vigilándonos las espaldas. Hoy sí que es martes 13, de seguro eran una pareja de asesinos en serie que secuestran y luego descuartizan a sus víctimas para introducirlas en paquetes marca Tooper Ware y así vendernos al mercado negro. Bueno, eso sonó asqueroso e innecesario, quizás solo eran asesinos en serie a secas. Unas gotitas heladas cayeron en mi cabeza.

—Psss, Martín…—susurré.
—…y todos me miran, me miran, me miran…
—Psss…—Por lo visto Gloria Trevi se apoderó del cuerpo de mi amigo, ya que no me oye intentando llamar su atención.
—…Porque sé que soy divina…
—Psss…—Ya cuando iba por la siguiente estrofa tuve que tomar medidas drásticas. —¡MARTÍN!
—¡¿QUÉ?!
—¡ESTÁ LLOVIENDO!

Un chaparrón cayo de repente, aunque a nadie pareció incomodarle… Algo extraño comenzó a suceder.

Un escalofrió me atravesó al igual que una sensación incomoda, por un momento sentí mi cuerpo irse de un lado a otro, mis manos temblaban y un zumbido insoportable atormentaba mi cabeza. ¿Qué me estaba sucediendo? Un Deja vu me golpeo de repente, estoy seguro que no he vuelto a comer ni ingerir nada que no esté en la dieta estricta que el medico me receto…entonces…

Mi teléfono comenzó a sonar, el vibrar incesante en mi bolsillo logro sacarme de ese estupor molesto, demostrándome que no era el único dispuesto a partir al mundo de Felicitoria, Martín y la chica también de tambaleaban de un lado a otro.

—¡Háblame…! —conteste, mientras le pegaba un manotazo a Martín. Era mi madre. —¡Si, si, ya voy para allá…No, no te escucho! — y se hizo el silencio de repente, todo ocurrió a cámara lenta…el tiempo se detuvo.

Mi teléfono cayó en el charco, mis manos se paralizaron…Martín se trago el chicle que había estado masticando, la chica había dejado caer su maleta…Mi cuerpo no alcanzaba a responderme, estaba petrificado, una susurro monstruoso se introdujo por mi oído hasta el centro de mi, una sentimiento de terror y pánico me embargo… ¿Q-que me estaba sucediendo…? Mis ojos se cerraron con fuerza…y…

“Cierra los ojos, cuenta hasta diez… Uno, dos, tres…… diez. Sonríe…”

—¡OIGAN! ¡¿QUÉ HACEN AQUÍ?! — más agua fría y con terrible olor a cloaca cayó sobre mí y me despertó de inmediato. Una camioneta enorme y familiar había derrapado hacía nosotros, el calor del motor me entibio un poco y me hizo caer en la realidad. Yo estaba de rodillas en la acera, mis temblorosas manos cubrían mi cabeza, la caja de plástico a mi lado nadaba en un río de agua sucia…todo a mi alrededor estaba casi de cabeza. Mire a un lado y vi que hasta Martín estaba empapado tanto como yo y abrazándose a sí mismo. —¡¿Están bien?! — pude reconocer de repente aquella voz que se oía muy lejana. Jason estaba asomado por la ventanilla de la camioneta…fue ene se instante en que de nuevo dio un salto al planeta tierra.
—¡CLARO QUE ESTOY BIEN GRANDISIMO…! — la corneta de un autobús pasando ensordeció mis palabras. —¡…TU Y TU…! — Otro derrape más adelante —¡…CAMIONETA...! — Las campanas de la iglesia cercana comenzaron a sonar — ¡…ME HAS MOJADO DE…!
—Calma, calma, deja la mala vibra para después Charles. Comienzas a producirme migraña.
—¡Marico…!
—¡ALTO!

Los tres nos miramos a la cara, en santo silencio, luego tuvimos que voltear al árbitro que se encargo de acabar con esta estúpida conversación. Era la chica, quien, al igual que nosotros, estaba empapada de pies a cabeza.

—¡¿Dafne?!
—¿La conoces? — se supone que la pregunta fue en coro de parte de Martín y mía, pero mi asombrada voz fue la que más pudo oírse. ¿Jason conocía a la chica, el mundo era demasiado cruel para que aquello fuera verdad?
—Es mi prima…

El mundo es demasiado pequeño para mis exigentes gustos. Una cosa es que pueda tener cierto parentesco con algún noble ingles, otra muy diferente es que la chica bonita de la parada de Metro Bus sea prima de Jason. Los cuatros íbamos embutidos en la camioneta, ¡de una sola cabina! del papá de Jason, mientras que el olor a orina rancia y cloaca nos había obligado a abrir las ventanas y empaparnos aun más de lluvia.
—No puedo creer que ustedes se conozcan, el mundo es demasiado pequeño ¿verdad? —se emociono Martín.
—Si — contestamos.

El mundo era insólito, tremendamente insólito…Pero…hablando de cosas insólitas…Como pude me voltee para mirar por el vidrio trasero. La parada estaba vacía. Gire de nuevo encontrándome con que no era el único interesado en tan perturbadora imagen, Dafne, la nueva prima de Jason, al igual que yo, también se había percatado de ello. Nos miramos por un momento, luego, como si lo hubiéramos planeado volteamos de nuevo al vidrio…Ahí, atravesando la calle, justo detrás de nosotros estaban ellos. Dos sombras negras en medio de la lluvia que nos observaban con sus invisibles ojos nuestra marcha. De la nada, sus rostros oscuros nos sonrieron…

No corras... aun así te podemos atrapar. Tu peor pesadilla está al asecho, sabes que te estoy siguiendo. Pobre ingenuo. Todos te estamos esperando, estamos aquí, junto a ti ¿No nos ves? Estoy a tu lado… No, al otro lado. Sí, ahí. ¿Estás asustado, cierto? La mayoría lo está, yo lo estuviera ¡Oh espera! Yo ya pasé por esto. ¡Ja! No, no debes inquietarte… será rápido… sin dolor… te lo prometo.Cierra los ojos, cuenta hasta diez… Uno, dos, tres…… diez. Sonríe, y recuerda, hoy es martes trece.

Desirée Moreno

1 Comentarios:

DINOBAT dijo...

Buen blog, estuve un rato leyendo...

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